Mi hijo no haría eso… ¿o sí? : la dura verdad sobre el acoso escolar

📍 En una de las charlas, una madre se acercó preocupada:
👉 “Mi hijo es muy bueno, nunca haría daño a nadie. Pero me da miedo que sea víctima de acoso…”

Cuando le pregunté si creía que su hijo podría ser el acosador, su cara cambió.
👉 “No, imposible. Él no es así.”

💡 Este es un patrón que se repite en todas mis charlas.

Pregunto a los padres:
¿Quién cree que su hijo podría sufrir acoso escolar?
✔ La mayoría levanta la mano.

Luego pregunto:
¿Quién cree que su hijo podría ser el acosador?
❌ Casi nadie levanta la mano.

Este simple ejercicio nos revela algo preocupante y biológico: estamos dispuestos a ver a nuestros hijos como víctimas, pero nos cuesta asumir que puedan estar en el otro lado. Esto no significa que todos los niños sean acosadores, pero sí que la sobreprotección y el vínculo emocional pueden cegarnos a la realidad de sus acciones.

1️⃣ Las cifras del acoso y la matemática del problema

📊 Según el I Estudio sobre el acoso escolar y ciberacoso en España (Universidad Complutense y Fundación ColaCao):
• Un 6,2% de los estudiantes entre 4º de primaria y 4º de secundaria ha sufrido acoso en los últimos dos meses.
• Un 2,1% de los encuestados se reconoce como acosador.(Ver estudio)

💡 Pero aquí hay algo clave: el acoso rara vez lo ejerce una sola persona.
📌 Muchas veces ocurre en grupo, lo que significa que el número de agresores puede ser igual o incluso mayor que el de víctimas.

✍ Si hay 6 de cada 100 niños sufriendo acoso, puede haber 6 o más participando en ese acoso.

Entonces, la gran pregunta es:
👉 ¿Por qué nos cuesta tanto reconocerlo?.

2️⃣ El sesgo de los padres: la negación psicológica del problema

Desde la psicología, este fenómeno se explica a través de varios sesgos cognitivos que nos impiden ver la realidad de manera objetiva:

🔹 Sesgo de confirmación: Tendemos a buscar y aceptar información que refuerce lo que ya creemos. Si pensamos que nuestro hijo es “bueno”, descartamos cualquier evidencia que sugiera lo contrario.

🔹 Efecto del “yo no”: Nos resulta más fácil imaginar que “otros niños” pueden ser acosadores, pero no el nuestro. Es una defensa inconsciente para proteger nuestra imagen de buenos padres.

🔹 Disonancia cognitiva: Si recibimos información que contradice lo que creemos sobre nuestro hijo, experimentamos una incomodidad psicológica. Para reducir esa tensión, minimizamos o negamos el problema.

🔹 Error fundamental de atribución: Cuando otro niño se porta mal, lo atribuimos a su personalidad (“es agresivo”), pero si nuestro hijo lo hace, buscamos explicaciones externas (“se dejó influenciar”, “fue un malentendido”).

🔹 Ilusión de control: Creemos que conocemos bien a nuestro hijo y que tenemos el control sobre su comportamiento, cuando en realidad no vemos todo lo que ocurre fuera de casa.

📌 ¿El resultado?
👉 Negación parcial o total del problema, lo que impide que intervengamos a tiempo.

3️⃣ El efecto de grupo: mi hijo no actuaría solo, pero…

Otro punto clave es que muchos niños no serían acosadores si estuvieran solos, pero sí pueden sumarse al acoso dentro de un grupo.

🔹 Presión social: Temen quedar fuera del grupo si no participan.

🔹 Normalización de la violencia: Si el grupo lo hace, no parece tan grave.

🔹 Dilución de la responsabilidad: Al ser muchos, sienten que “no es culpa de nadie en particular”.

🔹 Falta de empatía en el contexto digital: En redes sociales, las agresiones parecen menos reales, lo que facilita la crueldad sin culpa. Hablaremos detenidamente de esto en un articulo donde se diferencien el acoso y el ciber.

💡 Es decir, aunque tu hijo no sea un acosador en solitario, sí puede estar participando en dinámicas de acoso dentro de un grupo. Esto es muy relevante y no se puede quitar la importancia que tiene al hecho de que se produzca entre varios. No es justo pensar que tu hijo «solo se dejó llevar».

💡 Si tu hijo participa en acoso grupal, también es acosador.
🔴 No se puede justificar con “es que todos lo hacían”.

4️⃣ 📺 El vídeo que todos los padres deberían ver

Para reflexionar sobre esto, te dejamos un vídeo que explica muy bien el tema. Es un recurso impactante y revelador:

5️⃣ 🚨 ¿Cómo podemos abordar el problema?

Tratar el tema con objetividad: Reconocer que tu hijo es acosador no es un drama, sino una oportunidad para corregir su conducta.
📌 Si lo ignoras, el mensaje que recibe es: “Haga lo que haga, siempre me creerán a mí.”

Fomentar la responsabilidad: No justificar comportamientos agresivos con frases como “son cosas de niños” o “es solo una broma”.

Equilibrio: Ponernos como locos y querer “matar” a nuestro hijo no es la solución. Evidentemente, debemos tomar medidas como padres, pero machacarlo tampoco es la respuesta. Esto no significa quitarle importancia al asunto, NO. Significa asumir nuestra responsabilidad familiar y tomar medidas para ayudar a un menor que está mostrando una señal de alarma al necesitar acosar o humillar a otro.

Autoevaluarnos como padres: ¿Sabemos cómo se comporta nuestro hijo con los demás en el colegio o en redes?

Hablar sin prejuicios: No dar por hecho que “mi hijo no haría eso”, sino abrir espacios de conversación sobre respeto y empatía.

🚀 En un próximo artículo hablaremos de las señales de alerta que pueden indicar que tu hijo está involucrado en el acoso, ya sea como víctima o como agresor.

🔴 El acoso no es solo un problema de las víctimas. Como sociedad, debemos mirarlo de frente y asumir que cualquiera de nuestros hijos podría estar en cualquiera de los dos lados. 📌 Recuerda: Si miras para otro lado, también eres parte implicada.

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🔹 Muchas familias no consideran esta perspectiva y ayudar a tomar conciencia es el primer paso para prevenir el acoso.

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